LA ECONOMÍA DE LA ÉPOCA ABSOLUTISTA: EL MERCANTILISMO
En la época feudal la actividad comercial estaba limitada: cada feudo producía lo que consumía y casi no había intercambio de productos de una región a otra. Además las reglamentaciones de los gremios artesanales evitaban la competencia y se trabajaba sólo para obtener una moderada ganancia (“el precio justo”). A partir del siglo XII se pasa a una economía más abierta: se intercambian más productos y esto provoca un aumento de circulación de la moneda y la aparición de mecanismos que permitían pagar a distancia sin necesidad de llevar las monedas de un lugar a otro: letras de cambio, depósitos, cuentas corrientes, etc). Así surgieron los primeros bancos, vinculados a las regiones europeas donde más movimiento comercial había: norte de Italia y centro de Europa. Prestar dinero a cambio del cobro de un interés era considerado un pecado por la iglesia católica, pero a medida que se hizo necesario invertir más, para ganar más, los préstamos se desarrollaron. De esa forma el dinero comenzó a producir dinero y surgió el capitalismo.
En el siglo XVI ya es evidente la nueva mentalidad económica que imponen los comerciantes y banqueros: afán de lucro, gusto por el riesgo, organización. Los negocios se “racionalizan”, se perfeccionan las técnicas de contabilidad, se desarrollan los seguros y se crean sociedades comerciales.
Con la creación de los estados nacionales (Francia, Inglaterra, España, etc) aparece una economía nacional que termina de sustituir a las economía regionales feudales. Las regiones, municipios, feudos, etc, son integrados y forman un “mercado nacional”, donde las burguesías de cada país podrán vender sus productos. La moneda se convierte en instrumento de cambio fundamental, por ello se intensifica la búsqueda de metales preciosos con los cuáles se acuña. El dinero pasó a ser cada vez más importante desplazando de a poco a la tierra como base del poder económico.
El descubrimiento de América y el traslado del oro y la plata americanos hacia Europa, aumentaron la circulación de metales preciosos y provocaron un aumento considerable de los precios que se cuadruplicaron en el transcurso del siglo XVI.
El intento de racionalizar, explicar y dominar los cambios económicos llevó a estudiar esos cambios y a tomar medidas por parte de los monarcas.
El mercantilismo es el conjunto de principios teóricos y prácticas que dominaron el pensamiento económico de Europa entre los siglos XVI y XVIII. Las primeras medidas mercantilistas parecen ser tomadas por Portugal en la época en que conquistaba territorios en las Indias Orientales y establecía un sistema cerrado de comercio: sus posesiones sólo podían comerciar con él. A Portugal lo siguió España y más tarde Francia, Inglaterra y Holanda. El modelo teórico de mercantilismo responde a los siguientes principios:
1) Metalismo. El punto de partida consiste en creer que la riqueza de los países está constituida por la cantidad de oro y plata que poseen, por lo que el país más rico era el que acumulaba más metales preciosos. Este pensamiento, en parte, fue el resultado de la gran cantidad de metal que entró en Europa procedente de América. El oro y la plata eran utilizados como medio de pago, o sea como moneda, por lo tanto la mayor cantidad de metal permitía una mayor acuñación y circulación de moneda, aumentando la actividad comercial. Los países obtenían el metal precioso de las minas que tenían en su territorio y sino debían recurrir a la colonización de otros territorios u obtener el metal mediante un aumento de las exportaciones, ya que los productos se pagaban con oro o plata.
2) Balanza comercial favorable. Esta se obtenía con exportaciones superiores a las importaciones; los países debían vender mucho y comprar poco, las ventas al exterior significaban más ingresos en metal, las compras provocaban una perdida de metal porque se pagaba con él. Para lograr esto se requería tener productos para exportar en los que haya interés de compra desde el exterior y que se limitaran las importaciones.
3) Aumento de la producción. Esto era necesario por dos razones: tener suficientes productos para el consumo de la población del país y evitar así comprarlos en el exterior (disminuían las importaciones) y tener productos para exportar a otros estados. Para aumentar la producción,fuera agrícola o industrial, era necesario crear estímulos, incentivar la producción, por ejemplo mediante rebajas de impuestos a los inversores que creaban manufacturas. También era necesario defender la producción nacional de la competencia que podían hacer los productos de otro país y para eso se aumentaban los impuestos aduaneros (aranceles). Esta última medida también era necesaria para disminuir las importaciones ya que al aumentar el impuesto a los productos importados, estos aumentaban de precio y ya no era ventajoso comprarlos. Los aranceles aumentaban para los productos extranjeros elaborados, pero las materias primas se trataba de que ingresaran lo más baratas posible para que fueran elaboradas por las industrias nacionales.
4) Dirigismo estatal. El establecimiento de aranceles altos, los estímulos a la producción nacional y otras medidas para mantener la balanza comercial favorable, requerían de la intervención del estado en la economía. El mercantilismo no era contrario a la iniciativa privada, pero era necesaria la intervención del estado establecer las medidas que permitieran obtener y conservar el metal precioso.
5) Poblacionismo. El aumento de población era considerado factor fundamental para el crecimiento económico del país. Al haber más población, había más mano de obra y se abarataba su costo. Los mercantilistas recomendaban tener población abundante y pobre, que permitiera mantener bajos los salarios, de ésta manera se bajaban los costos de producción y los productos se hacían más baratos y podían competir mejor con los extranjeros.